Los deseos que son intensos se convierten en obsesivos, compulsivos y adictivos y nos hacen sentir mal. Cuando la motivación hacia algo es excesiva, genera un ansia (ver ansiedad), una desesperación y una tensión que nos causan malestar, así como frustración y unos impulsos orientados a hacer algo llamados compulsiones que cuestan de controlar.
A veces no podemos controlar nuestros impulsos internos y desarrollamos hábitos adictivos, compulsivos o impulsivos que nos perjudican. Es el caso de las adicciones a sustancias, como las drogas, el alcohol, el tabaco, el café u otras. Pero las adicciones también pueden ser hacia conductas (ver adicciones a conductas), como comer, trabajar, tener éxito, ser perfecto, comprar, practicar el sexo, ver la televisión, usar el ordenador, robar (cleptomanía), incendiar (piromanía), limpiar u ordenar, entre otras. Y también están las adicciones a las relaciones y las personas, como la dependencia de alguna persona o la necesidad de que otras personas dependan de nosotros (codependencia).
Para liberarnos de los deseos obsesivos podemos hacer varias cosas:
– Cultivar la saciedad, especialmente imaginando que ya estamos saciados.