Deseos obsesivos

Los deseos que son intensos se convierten en obsesivos, compulsivos y adictivos y nos hacen sentir mal. Cuando la motivación hacia algo es excesiva, genera un ansia (ver ansiedad), una desesperación y una tensión que nos causan malestar, así como frustración y unos impulsos orientados a hacer algo llamados compulsiones que cuestan de controlar.

A veces no podemos controlar nuestros impulsos internos y desarrollamos hábitos adictivos, compulsivos o impulsivos que nos perjudican. Es el caso de las adicciones a sustancias, como las drogas, el alcohol, el tabaco, el café u otras. Pero las adicciones también pueden ser hacia conductas (ver adicciones a conductas), como comer, trabajar, tener éxito, ser perfecto, comprar, practicar el sexo, ver la televisión, usar el ordenador, robar (cleptomanía), incendiar (piromanía), limpiar u ordenar, entre otras. Y también están las adicciones a las relaciones y las personas, como la dependencia de alguna persona o la necesidad de que otras personas dependan de nosotros (codependencia).

Para liberarnos de los deseos obsesivos podemos hacer varias cosas:

– Cultivar la saciedad, especialmente imaginando que ya estamos saciados.

– Racionalizar los pensamientos de dependencia asociados con los deseos intensos, como “necesito esto”, “es absolutamente imprescindible”, “es importantísimo” (ver gestión de pensamientos desagradables).

– Desidealizar el objeto deseado, viendo los inconvenientes que tiene.

– Cultivar la conciencia (conciencia no focalizada y conciencia focalizada) y la relajación (ver técnicas de relajación).

– Imaginarse libre de los deseos desagradables, independiente de elementos externos, pleno en uno mismo, libre de apegos y ataduras.

– No dejarse llevar por las compulsiones.

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