Rabia

La rabia cumple muchas veces una función de defensa frente a ataques, cuando percibimos que han invadido intencionadamente nuestro territorio, nuestros derechos, nuestra integridad física o moral o que están causando algún daño o haciendo algo que “no deben” o “que está mal”.

La rabia es natural, útil y beneficioso y nos sirve para defendernos, siempre que lo usemos en las dosis adecuadas y lo procesemos lo antes posible. El problema es que se trata de una emoción que nos hace sentir mal, daña las relaciones y suele haber mucha subjetividad sobre lo que nos es un ataque intencionado y lo que no lo es. Por ello, me convendrá gestionar o incluso eliminar mis enfados aplicando las siguientes técnicas:

Sentir y expresar. Conviene no tragarse la rabia, sino darle salida de una manera que preferiblemente no dañe a los demás, como hacer ejercicio físico. Cuando comunicamos nuestro enfado a la persona que nos lo ha causado, es preferible hacerlo de forma asertiva (ver asertividad). En cambio, cuando damos rienda suelta a nuestro enfado, ello contribuye a que cada vez nos enfademos más.

– Racionalizar, pasando de pensar en términos irracionales de “deberías”, de “buenos” o “malos” o de quién tiene la “culpa”, nos a pensar en términos racionales de fenómenos regidos por “causas” y “efectos” (ver gestión de pensamientos desagradables).

– Practicar la meditación (conciencia no focalizada y conciencia focalizada), las técnicas de relajación y el amor.

– Distraerse con algo, hacer ejercicio físico o algo que nos gusta.

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