Exposición

 

La exposición consiste en que en vez de huir de los elementos que tememos, que es lo que de forma natural tendemos a hacer, acercarnos gradualmente, poquito a poquito, a los mismos para comprobar que nada malo sucede a nuestra vida. Si hacemos esto repetidamente y nada malo sucede, la amígdala asocia esos elementos con seguridad. Por tanto, asociamos con seguridad un elemento que antes habíamos asociado con inseguridad. A este proceso de condicionarnos gradualmente se le llama exposición o desensibilización sistemática.

Para que la exposición sea más efectiva es preferible que la lleve a cabo con la ayuda de las técnicas de relajación, pues ello nos permite asociar los elementos que tememos con relajación y bienestar. Al mismo tiempo, mientras nos exponemos a lo que nos genera miedo o ansiedad nos conviene combatir los pensamientos irracionales que vengan a nuestra mente con argumentos y pensamientos más positivos y lógicos (ver gestión de los pensamientos desagradables).

Para hacer esto de forma más fácil, podemos empezar imaginando en nuestra mente el estímulo que nos da miedo. Una vez conseguimos que el hecho de imaginarlo ya no nos cause ansiedad, podemos pasar a hacer una exposición en vivo, es decir, a acercarme a la situación real, de forma gradual y progresiva, dividiendo la exposición en fases que vayan desde lo sencillo hasta lo complicado.

Cuando nos exponemos de forma sistemática al estímulo temido sin conductas de evitación, huída o lucha, nos vamos habituando a él y a no tener las conductas de evitación. Nuestra mente va aprendiendo gradualmente por su propia experiencia que acercarnos a esa situación temida en realidad no nos causa ningún daño a nuestra vida ni nuestra integridad física y ello hace que poco a poco dejemos de asociarla a inseguridad.