Miedo

 

El miedo consiste en la reacción emocional que tenemos cuando percibimos una amenaza inminente, como, por ejemplo, si voy caminando por un bosque y veo un león que corre hacia mí dispuesto a atacarme. Este mecanismo de protección genera unos cambios corporales que tienden a paralizarme al principio, ya que históricamente ante un peligro real un solo movimiento en falso podía ser mortal. Como este mecanismo se desarrolló principalmente para protegerse de los depredadores, como un león o un tigre, cuando se detectaba uno de ellos lo más efectivo era quedarse quieto y pasar desapercibido para no ser atraer su atención. Dado que en ocasiones ello no era funcionaba y el depredador venía a atacarnos, después de la parálisis inicial se activa el mecanismo de “huída o ataque”, tensándose los músculos y activándose todo el organismo para estar listo para la huída, si esta es posible, o el ataque, cuando no queda más remedio.

Si el miedo es racional, es decir, si existe una amenaza real para mi vida o mi integridad física o la de otras personas la mejor solución es hacer lo que esté en mis manos para protegerme o proteger a las personas en cuestión y aceptar el resto.

Sin embargo, frecuentemente los miedos que tenemos son irracionales, es decir, que no constituyen ninguna amenaza real. En este caso para librarnos de nuestros miedos nos convendrá cuestionar (ver gestión de pensamientos desagradables) nuestros pensamientos catastrofistas y practicar repetidamente y de forma gradual la exposición a aquello que nos da miedo.

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