Aunque tanto a nivel coloquial como científico las palabras bienestar y felicidad tienen varios significados con diversos matices según su contexto, cuando los investigadores usan dichos términos les suelen dar el mismo significado a ambos: por un lado quieren decir satisfacción vital (¿en qué medida estoy satisfecho con mi vida en su conjunto?) y por otro lado significan bienestar emocional (¿en qué medida me siento bien la mayor parte de mi tiempo?). Ambas caras de la misma moneda son diferentes, pero están relacionadas.
Ahora desarrollaremos detalladamente ¿Qué es el Bienestar y la Felicidad?
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, bienestar es:
El bienestar tiene varios tipos que incluyen múltiples dimensiones interrelacionadas.
A continuación se describen algunos de los principales componentes:
El bienestar físico se refiere a la salud y el estado físico general de una persona. Incluye factores como la actividad física, la alimentación y el descanso adecuado. Un buen estado de salud es fundamental para lograr un bienestar integral.
El bienestar material está relacionado con el poder adquisitivo y el nivel de vida. Esto abarca aspectos como el acceso a recursos básicos, vivienda adecuada y seguridad económica, que son esenciales para la tranquilidad y satisfacción personal.
El bienestar emocional está relacionado con cómo nos sentimos a lo largo del tiempo. Se refiere a nuestra capacidad para experimentar emociones positivas y gestionar las negativas. Este tipo de bienestar se evalúa frecuentemente mediante preguntas sobre el estado de ánimo y las emociones en momentos específicos, lo que ayuda a entender cómo fluctúan nuestras experiencias emocionales.
El bienestar social se refiere a los factores que influyen en la calidad de vida de una persona, como la cohesión social, la educación y la salud. Este tipo de bienestar se mide a menudo a través de índices como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que considera aspectos económicos y sociales.
El estado del bienestar se refiere a los servicios que un gobierno o una sociedad proporciona para promover el bienestar social. Esto incluye servicios de salud, educación, pensiones, y más, que contribuyen a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Estos componentes interactúan entre sí y contribuyen de forma única a una vida equilibrada y satisfactoria.
El bienestar es un concepto dinámico que se puede trabajar en distintos aspectos según las necesidades y preferencias de cada persona.
Existen varios tipos de felicidad que pueden experimentarse de distintas formas y en diferentes momentos de la vida.
A continuación se describen algunos de los principales tipos:
Se basa en la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Está relacionada con las experiencias de disfrute, diversión y satisfacción inmediata, como comer algo delicioso, relajarse o realizar actividades placenteras. Esta felicidad suele ser momentánea y depende de estímulos externos.
Consiste en una sensación de calma, equilibrio y aceptación de uno mismo y de la vida. Se relaciona con el bienestar emocional y la ausencia de conflictos internos. La paz interior puede cultivarse mediante prácticas como la meditación, la gratitud o la autorreflexión, y proporciona una felicidad estable y duradera.
Proviene de la conexión con algo mayor que uno mismo, que puede ser una deidad, la naturaleza, el universo o una causa profunda. La felicidad espiritual da un sentido de propósito y pertenencia en el mundo, y suele experimentarse a través de prácticas religiosas, la meditación, o actividades que promuevan el sentido de trascendencia y conexión.
Surge al alcanzar metas, superar desafíos o cumplir con objetivos importantes. Este tipo de felicidad está asociada con el esfuerzo, el progreso y la satisfacción de ver los resultados de un trabajo realizado. La felicidad de logro ayuda a construir confianza y una sensación de competencia personal.
Proviene de encontrar un propósito y significado en la vida. Más que el placer inmediato, se enfoca en el crecimiento personal, la contribución a los demás y el desarrollo de los propios valores y potencial. Es una felicidad más duradera y profunda, que no necesariamente depende de lo que ocurre a nuestro alrededor, sino de una conexión interna con aquello que nos hace sentir plenos.
Deriva de las conexiones significativas y las relaciones positivas con los demás. Estar cerca de amigos, familiares y seres queridos, así como sentir apoyo y brindar apoyo a otros, genera un tipo de felicidad que se basa en la compañía y el amor. Este tipo de felicidad es duradera y contribuye al sentido de pertenencia.
Cada tipo de felicidad aporta algo único a nuestra vida, y combinarlos nos ayuda a vivir de manera más plena y equilibrada.
Al reconocer y valorar los distintos tipos de felicidad, podemos trabajar en cultivar aquellos que nos permitan llevar una vida más satisfactoria.
La satisfacción vital se refiere a la evaluación que una persona hace de su vida en general. Esto implica reflexionar sobre la calidad de las diferentes áreas de la vida, como las relaciones, el trabajo, y la salud. Los investigadores suelen utilizar cuestionarios que preguntan en qué medida una persona se siente satisfecha con su vida en su conjunto o con aspectos específicos.
La sensación de que la vida tiene un propósito o significado proporciona motivación y dirección. Esto incluye objetivos personales, valores, creencias y actividades que dan sentido a la vida, como el trabajo, el voluntariado o el desarrollo personal.
Sentir que se avanza y se alcanzan metas personales o profesionales es un componente clave del bienestar. El crecimiento y la realización personal, que puede implicar el aprendizaje, las metas profesionales, o las pasiones personales, proporcionan un sentido de logro y satisfacción.
La capacidad de tomar decisiones propias y de sentir que se tiene cierto control sobre la vida influye directamente en el bienestar. La libertad para hacer elecciones alineadas con los propios valores y deseos es fundamental para la satisfacción personal.
La habilidad para afrontar desafíos y recuperarse de los momentos difíciles es crucial. La resiliencia implica habilidades para manejar el estrés, superar fracasos y adaptarse a los cambios de la vida, lo cual es importante para mantener el bienestar.
Un ambiente seguro y estimulante, junto con el contacto regular con la naturaleza, también contribuye al bienestar. Los espacios naturales y tranquilos pueden reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y fomentar la salud mental.
Estos componentes nos ayudan a entender mejor ¿Qué es el Bienestar y la Felicidad?
Los científicos suelen medir la satisfacción vital mediante cuestionarios que preguntan al individuo sobre en qué medida está satisfecho sobre su vida en general y/o sobre las diferentes áreas de su vida en particular. El bienestar emocional suele medirse mediante preguntas sobre cómo se ha sentido recientemente o cómo se siente en ese momento (en este caso se le pregunta con cierta frecuencia a lo largo del día duran te varios días para hacer un promedio). Como estas respuestas son subjetivas en función de lo que cada individuo decida responder, al bienestar que es medido de esta manera se le denomina bienestar subjetivo.
Existen ciertas formas más objetivas de medir el nivel de bienestar emocional, como el uso de aparatos de resonancia magnética que reflejan gráficamente en qué medida se activan las zonas del cerebro relacionadas con las sensaciones agradables y en qué medida aquellas en asociadas con las sensaciones desagradables.
Otras formas de medición son mediante encefalogramas para observar la actividad eléctrica del cerebro, a través de mediciones del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea, del análisis de determinadas sustancias en sangre, de la saliva, de la respuesta galvánica de la piel o de electromiografías para detectar la tensión muscular, todo lo cual permite conocer el grado de tensión y estrés.
Asimismo, una manera objetiva de medir el bienestar emocional es analizando las expresiones faciales y corporales de una persona, ya que suelen ir unidas a determinadas emociones y sensaciones. Sin embargo, aunque estas formas permiten una medición objetiva por una persona diferente al individuo cuyo bienestar se está midiendo, es difícil obtener a partir de ellas una puntuación precisa del grado de bienestar de la persona.
Alcanzar una felicidad o bienestar absoluto, libre de malestar, es casi imposible. Sin embargo, podemos mejorar nuestro bienestar aprendiendo y practicando pautas positivas. Este aprendizaje comienza desde que nacemos; a través de la educación y experiencias en nuestro entorno familiar y social, desarrollamos patrones que influyen en nuestro bienestar o malestar.
La mala noticia es que esos patrones ya aprendidos tienen un gran impacto en nuestro bienestar y suelen estar muy arraigados. La buena noticia es que se pueden modificar aplicando técnicas adecuadas de manera constante.
El primer paso es aprender estos patrones. Como en cualquier habilidad, deporte o profesión, necesitamos adquirir conocimientos para aplicarlos. La clave está en dedicar tiempo y energía al «arte de la felicidad». Se estima que para dominar una habilidad se requieren entre 10.000 y 20.000 horas de práctica, y esto probablemente también aplica a la felicidad.
El entrenamiento en la habilidad de ser feliz consta de 6 partes:
– Entrenar la conciencia … leer más.
– Entrenar los pensamientos … leer más.
– Entrenar las emociones … leer más.
– Entrenar las expresiones corporales … leer más.
– Entrenar las conductas … leer más.
– Entrenar las necesidades … leer más.
Conceptos que te permitirán comprender de una forma más profunda ¿Qué es el Bienestar y la Felicidad?
Entre los factores que influyen en la felicidad están los que controlamos y los que no:
Nuestra genética juega un papel importante en nuestra felicidad, pero no decisivo. A quien genéticamente está dotado con una personalidad que tiende a estar animado y de buen humor o a la tranquilidad le resulta más fácil ser feliz que a quien no la tiene.
En cambio, las circunstancias personales, como lo guapo o lo rico que somos o el clima del lugar donde vivimos, tienen poca incidencia sobre el nivel de felicidad de la mayoría de personas, tal como han probado diversos estudios científicos, según los cuales menos del 10% de nuestra felicidad depende de dichas circunstancias externas. Si nos toca la lotería o tenemos un accidente ello suele variar nuestro nivel de bienestar temporalmente, pero al cabo de unos meses solemos volver al nivel que teníamos antes de que cambiasen nuestras circunstancias.
La mala noticia es que no podemos cambiar nuestra genética y que sobre nuestras circunstancias tenemos un control solamente parcial. Si tomamos las decisiones adecuadas y realizamos las acciones convenientes podemos cambiar parte de nuestras circunstancias, como aumentar nuestros ingresos, superar determinados accidentes o cambiar nuestro lugar de residencia, pero algunas circunstancias, como el envejecimiento o ciertas catástrofes naturales, no se pueden evitar.
La buena noticia es que todo lo anterior no es determinante, ya que tenemos un gran margen de acción y sí podemos desarrollar nuestra habilidad de ser feliz, que consiste en aquellos estilos de pensar, sentir, tener conciencia, comportarnos, expresarnos corporalmente y gestionar nuestras necesidades que nos hacen sentir bien.
A base de práctica podemos cambiar nuestro propio cerebro, desarrollando la activación e incluso el tamaño de las zonas del cerebro relacionadas con el bienestar. Actualmente existe una evidencia científica abrumadora de esa “neuroplasticidad” y de que el cerebro humano cambia continuamente como consecuencia de la experiencia. Estudios con imágenes por resonancia magnética han probado que las personas que tienen muchas horas de entrenamiento en determinadas técnicas para desarrollar la habilidad de ser feliz tienen mucho más activado el córtex prefrontal izquierdo (relacionado con sensaciones agradables) que las personas que no se han entrenado para ello.
En la mayoría de los países, cuando se hacen encuestas y se pregunta a la gente qué es lo que más quieren en su vida, coloca la felicidad en el primer lugar en su lista. Luego entonces, si la mayor parte de las personas quieren la felicidad como una de las cosas más importantes, ¿por qué no se dedican a cultivarla de verdad?
Una de las razones es que a veces tenemos ciertas creencias que nos pueden bloquear. Frecuentemente creemos que la felicidad es algo que no depende de nosotros, sino de nuestras circunstancias, que es algo que va por rachas y por tanto no merece la pena hacer nada al respecto o que es algo etéreo y abstracto más que algo concreto que podemos generar con nuestras decisiones y nuestros actos.
Otra creencia es la de que mejorar la felicidad es algo sólo para los que se sienten muy mal, para los que tienen problemas importantes, como una depresión. Pero ello no tiene ningún sentido, ya que casi todas las personas, estén en el nivel de bienestar en el que estén, pueden mejorarlo. Esa creencia es tan absurda como creer que leer libros es sólo para los muy ignorantes, que hacer un Máster para conseguir un trabajo mejor remunerado es sólo para los que son muy pobres, que ir al gimnasio es sólo para los que tienen un pésimo estado físico o que interesarse por los temas de salud es sólo para los que están muy enfermos.
También está la creencia de que aunque en teoría se podría mejorar la felicidad, en la práctica ello es muy complicado. Existen personas que piensan incluso que la vida es dura y es dolor y de que hemos venido al mundo a sufrir y no podemos esperar otra cosa. Hay quien va más allá y cree que no está bien el placer y el disfrute, sino que es necesario tener un cierto espíritu de sacrificio y sufrimiento.
También existe la creencia de que no valemos mucho y por tanto no tenemos derecho a pensar en nosotros mismos o que no merecemos nuestra felicidad y todo lo bueno. Asimismo, con cierta frecuencia tenemos la idea consciente o inconsciente de que ponernos a descubrir lo que sucede dentro de nuestra mente, a identificar nuestras limitaciones y a hacer cambios nosotros mismos y en nuestra vida puede ser en cierto modo algo amenazante.
Otra creencia limitante es pensar que podemos dedicar mucho tiempo a nuestro trabajo, a ver la televisión, a tareas domésticas, al bricolaje o a lo que sea, pero no a entrenarnos para mejorar nuestro bienestar. Es muy limitante, porque nuestras pautas actuales, que en el pasado desarrollamos a base de ponerlas en práctica de forma repetitiva durante mucho tiempo, frecuentemente no se cambian con rapidez, sino que requieren ser entrenadas una y otra vez con perseverancia a lo largo del tiempo.
Pero ninguna de estas creencias tiene ningún tipo de soporte racional y científico, es decir, que son irracionales. Por ello, si tenemos alguna de las creencias anteriores, uno de los primeros pasos que nos convendrá dar para ser más felices será cuestionárnoslas, pues nos pueden impedir dar los primeros pasos hacia mejorar nuestro bienestar. De hecho, la investigación científica ha demostrado que lo bien que nos sentimos depende poco de nuestras circunstancias y mucho de cómo reaccionamos mentalmente frente a ellas y también ha demostrado que podemos cambiar nuestra forma de reaccionar frente a las circunstancias para ser más felices.
El bienestar y la felicidad son esenciales para una vida plena. Mientras la felicidad se refleja en la satisfacción emocional, el bienestar abarca también la salud física, el entorno social y la seguridad material. Entender y equilibrar estos elementos permite alcanzar una mejor calidad de vida, ajustada a los valores y necesidades individuales.
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