Resolución de conflictos

 

 

La buena gestión del conflicto supone gestionar en primer lugar las emociones y en segundo lugar el problema que motiva el conflicto. Cuando surge un conflicto es natural que aparezcan emociones negativas como el enfado, la tristeza y el miedo, y si gestiono esas emociones e intento mantener la calma ello me ayudará a tener una actitud más propicia para resolver el conflicto. La gestión de las emociones en un conflicto también incluye identificar y respetar las emociones de los demás, utilizando nuestra empatía. Todo ello me lleva a conocer qué necesidades mías y de los demás se han visto no satisfechas.

Al describir lo que ha sucedido en realidad ya he empezado a gestionarlo. Tras describir el problema, puedo averiguar sus causas y sobre todo buscar las soluciones apropiadas siguiendo lo que hemos aprendido para la solución de problemas. Para buscar soluciones puedo buscar formulas “win-win”, en que todos ganemos y que sean respetuosas con mis derechos y con los derechos de los demás. Se trata de ofrecer soluciones razonables y llegar a un acuerdo.